Procesos como el duelo y las alteraciones anímicas o patologías
como la depresión y las adicciones pueden encontrar en las líneas, los colores,
los materiales y los movimientos un camino para manifestar sus orígenes y
permitir que la persona supere los conflictos, como logra la terapia a través
de las artes.
"Todo
aquello que no se puede expresar con palabras puede encontrar mediante la
pintura, la fotografía, la danza, el canto o la escritura una vía que produce
alivio", explica la doctora en psicología Graciela Bottini de Barucca,
directora de la sede en la Argentina del Instituto de Terapia Basada en las
Artes Expresivas Centradas en la Persona (Pceti, según su sigla en inglés).
Y para
ello, asegura, no es necesario saber dibujar, bailar, cantar, sacar fotos,
esculpir o pintar, sino poder establecer una "conexión creativa" con
los problemas y aprender a interpretar el trabajo realizado. ¿Cómo se logra?
Con la ayuda de un "facilitador", que es el terapeuta. Su trabajo
consiste en producir un ambiente de empatía para que la persona se aproxime a
los miedos, la vergüenza, el enojo, la culpa o la violencia, que no puede
transmitir mediante el diálogo, a través de los resultados de la actividad
artística que prefiera la persona. Da las pautas para comprender el significado
de los elementos utilizados y del objeto o expresión construida.
Así, no
es lo mismo que una persona elija papel maché o acuarela para trabajar. Tampoco
que predomine el color verde, rojo o negro en el resultado final. En
arteterapia, la elección de trazos, matices, texturas, movimientos, tonos o
textos señala características de procesos internos del paciente. "A veces,
la tristeza se pinta con tiza y la rabia se trabaja con la arcilla",
resume la especialista.
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